La Historia de la Humanidad. El progreso. El fin de la Guerra Civil estadounidense abre el camino a un período de intensa actividad para la humanidad. La producción en masa, la innovación y el cambio prevalecen en este momento. Cualquier escenario es concebible en la mente de la gente. En cincuenta años, Japón pasa de ser una sociedad feudal a una superpotencia industrial.
Sin embargo, el progreso tiene una otra cara: la demanda de caucho diezma a África, y la necesidad de construir estructuras más grandes, más rápidas y mejores resulta en un fracaso catastrófico.
Una de las ideas características de nuestra moderna cultura occidental ha sido su concepción del proceso histórico como el itinerario a través del cual la humanidad alcanza su mayoría de edad, al mismo tiempo que se libra, por fin, de un estado inferior y primitivo de sujeción a la naturaleza y de ignorancia o falsa conciencia.
En el corazón mismo de lo que llamamos modernidad encontramos, pues, esta relación entre historia y utopía impregnada de un optimismo que hoy, a la vista de cómo le va a Europa y al mundo en general, pudiera ser oportuno, tal vez, revisar y discutir.
Sencillamente porque lo que ha sucedido es que, hablando en términos generales, se ha identificado lo que solo es progreso científico, técnico y económico con el progreso de la humanidad hacia la razón.
Y nos encontramos con que, en vez de ese final de la servidumbre y de la falsa conciencia, en lugar de la desaparición de la ignorancia, de la esclavitud y de la miseria, lo que la modernidad nos sigue proponiendo es la esperanza utópica en que del crecimiento tecnológico y económico indefinidos se seguirá, en algún momento futuro más o menos próximo, la completa satisfacción de la continua búsqueda humana de felicidad.