Después del Holocausto, un futuro incierto. El final de la Segunda Guerra Mundial en Europa se produjo el 8 de mayo de 1945. A raíz de la muerte de Hitler y la ocupación de Alemania por los Aliados, se hicieron públicos los campos de concentración donde alguna vez fueron recluidos los supervivientes del exterminio. Sin embargo, para los judíos de Europa, el sufrimiento, la pérdida y el duelo persisten aún hoy, lejos de ser una reliquia del oscuro pasado del continente.
Parte de los trabajadores forzados judíos que permanecieron en los guetos, que ya habían sido transformados en campos de trabajo, fueron asesinados en las etapas finales de la guerra, cuando Alemania retrocedía en todos los frentes.
El resto fue evacuado a campos de concentración y trabajo en Alemania, o deportado a instalaciones de exterminio que todavía estaban en uso, como Chelmno y Auschwitz. Las «marchas de la muerte» en las que se llevaron a cabo estas evacuaciones, donde murieron numerosos prisioneros, se llevaron a cabo en circunstancias horribles.
Los cientos de miles de judíos que lograron sobrevivir, ya sea escondidos, en la Unión Soviética o en los campos de concentración, regresaron a sus antiguos hogares solo para encontrarse con la ira y la hostilidad de sus vecinos.
Durante los primeros meses posteriores a la guerra, las bandas antisemitas en Polonia asesinaron a casi 1000 sobrevivientes. Miles de personas huyeron hacia el oeste y se reunieron en campos de refugiados en Alemania, Austria e Italia.
Decenas de miles de criminales de guerra alemanes y sus cómplices fueron juzgados después de la guerra.
Muchos de los sobrevivientes intentaron viajar a Israel, pero las autoridades británicas los detuvieron y los enviaron a centros de detención en Chipre.
Después del Holocausto